En Yucatán se alista el voto cruzado

El estado donde este martes se realizará el tercer debate presidencial está convulsionado en las zonas rurales: la instalación de parques eólicos, granjas porcícolas y otros grandes “proyectos de desarrollo” son una amenaza creciente para los ejidatarios. A eso se suman las afectaciones que han tenido los maestros yucatecos después de las reformas educativas. Esas, dicen aquí, pueden ser las claves de que el PRI pierda el control histórico de la zona maya y la única gubernatura que aún está peleando

 

Texto: Daniela Pastrana

Fotos. Ximena Natera

KANASIN, YUCATÁN:- En este lugar es difícil pensar que estamos en la zona conurbada de Mérida. El centro del municipio es un asentamiento popular que quedó cercado entre desarrollos inmobiliarios de clase media. Su parque central tiene un monumento al payaso Pepillín (no confundir con Cepillín) y  otro del “hombre maya”, cuya base está pintada del mismo verde limón del Palacio Municipal, en un tono tan intenso que hace lucir más el cielo azulísimo de la tarde.

Las calles aledañas parecen un rally de propaganda electoral. Hay de todos los partidos. Algunos candidatos aparecen caminando sobre los techos de las casas, con sus aplanadas y sonrientes figuras recortadas de los espectaculares, la innovación publicista de la campaña. 

Es el sábado 26 de mayo y Kanasin es un alboroto. El Partido Nueva Alianza (PANAL) se prepara para arrancar uno de sus recorridos en caravana, que se han vuelto comunes en esta campaña: son filas y filas de vehículos que cruzan la calle principal del pueblo en total algarabía, con música y porras, las camionetas van a tope de familias que cargan hasta el perico y sueltan consignas como si de verdad alguno de sus candidatos tuviera posibilidades de ganar.

Desde las casas saludan el paso de la caravana de Nueva Alianza, aunque tengan propaganda de otros partidos colgada de sus bardas. A fin de cuentas, son vecinos y, gane quien gane, habrá comida para todos.

— Al final todos se roban los votos, es lo normal — dice sin prejuicios Zazil, una mujer de mirada franca que mira el barullo desde el zaguán de su casa.

Junto a ella están su esposo y su madre, con un pequeño sin pañal que no deja de sacudirse en la carreola.

— Mi suegra va a votar por López Obrador porque le gusta — dice el hombre sin levantar la vista.

— Ah, qué loco está mi yerno — responde apenada la mujer, aunque luego admite que sí votará por el candidato de Morena… como todos en esta casa.

— Aquí vino hace como tres meses y si llenó (el parque), a mí me sorprendió porque venía solo, sin seguridad — cuenta el yerno.

— ¿Los demás candidatos no han venido?

— No, sólo él. Los demás han ido a Mérida. Acá lo que va a haber es un voto cruzado, como le dicen. Porque acá siempre gana el PRI o a veces el PAN, pero ahora sí hay mucha gente que está más con López Obrador, ¡hasta en Mérida! — dice Zazil.

— ¿Y la gubernatura? ¿Quién creen que gane?

— Pues… yo pienso que Mauricio Vila. Es que mucha gente ya no quiere al PRI

“Dice una amiga que le tiene miedo al peje, pero yo le digo: ‘¿para qué le tienes miedo si al final, después de las elecciones, nosotros vamos a seguir trabajando igual?’”: familia de Kanasín, uno de los tres municipios conurbados de Mérida, que actualmente gobierna el PRI.

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El abanderado del PRI, José Antonio Meade, inició su campaña presidencial el 1 de abril, con un evento en el Centro de Convenciones Siglo XXI de Mérida, donde fue arropado por miles de simpatizantes yucatecos a quienes pidió no dejarse arrebatar el futuro por falsas promesas: “Acá estamos los mejores, los más convencidos, los más decididos (…) los meros meros”, arengó el candidato.

No fue gratuito que iniciara aquí. Yucatán es un estado donde el PRI ha mantenido un control caciquil histórico en las zonas rurales. Sólo una vez ha perdido la gubernatura, en 2001, cuando la ola foxista le alcanzó al panista Patricio Patrón Laviada para ganar las elecciones. Pero el gusto le duró poco al PAN, que concentra su fuerza en la capital, donde ha gobernado casi ininterrumpidamente desde 1990.  A la siguiente contienda, en 2007, el PRI regresó al poder con Ivonne Ortega, y desde entonces, ha mantenido la gubernatura y dos terceras partes del Congreso local.

Ahora es el único de los nueve estados en los que se renovarán gubernaturas donde el PRI tiene aún posibilidades de ganar. (En Ciudad de México, Morelos, Tabasco y Chiapas, Morena lleva una amplia ventaja; en Veracruz y Puebla la competencia es cerrada entre Morena y el PAN; en Jalisco, Movimiento Ciudadano va arrasando y en Guanajuato, todo indica que ganará el PAN). 

Aquí, la competencia es entre dos Mauricios: el priísta y ex secretario de Desarrollo Social, Mauricio Sahuí Rivero, y el panista Mauricio Vila Dosal, alcalde con licencia de Mérida, y “muy buen jugador de futbol”. Las encuestas se dividen entre los dos candidatos, dependiendo de quien las haga, unas le dan la ventaja al PRI y otras al PAN, pero en todos los casos la diferencia entre ambos es atajable.

El alcalde con licencia de Mérida, Mauricio Vila Dosal, ha sorteado la guerra sucia de la campaña; primero lo acusaron de “huach” (fuereño) y hace unos días, circuló un video que lo acusa de mala administración en la capital del estado. “Tan bonito como ladrón”, dice el video.

Además, por primera vez en la historia electoral del estado hay un tercero en discordia: Morena, un partido emergente que en 2015 ganó su primera diputación y su primera alcaldía: Valladodid, la ciudad más importante del oriente del estado, con Alejandra Tavera Escalant.  

Ahora, el candidato de Morena a la gubernatura es Joaquín Díaz Mena, un ex panista que en 2012 contendió y perdió contra el actual gobernador, Rolando Zapata. 

Díaz Mena duplicó en un mes la intención de voto, y aunque aún está lejos de los dos punteros, las encuestas indican que la coalición Juntos Haremos Historia (Morena, PT y Encuentro Social) ya está metida en la pelea por diputaciones locales y algunas alcaldías.

“Acá va a ser voto cruzado. La gente va a votar por los candidatos y no por los partidos”, repiten los yucatecos en cada lugar que preguntamos.

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El voto cruzado no es del todo extraño en este estado, que tiene un millón y medio de votantes y que en las elecciones de 2012 registró una participación electoral de 70 por ciento. De hecho, en los distritos federales I y V, de Valladolid y Ticul, se registró la mayor asistencia a las urnas de todo el país, con una participación arriba de 82 por ciento (casi 20 puntos más que la media nacional).

En esa elección, la diferencia entre los candidatos a la gubernatura del PRI y el PAN fue de más de 100 mil votos; en cambio, en la votación para el Congreso la diferencia entre los dos partidos fue de apenas de 12 mil votos. Aunque la diferencia global fue mínima, el PRI ganó 12 de los 15 distritos y tres años después repitió la fórmula, pero perdió las dos ciudades más importantes: Mérida, donde ganó el PAN con Mauricio Vila, y Valladolid, donde ganó Morena con Alejandra Tavera.

En Yucatán, además de la gubernatura, se juegan 25 escaños del Congreso local —15 de mayoría relativa— y 106 alcaldías. El 40 por ciento de los electores potenciales tiene menos de 35 años de edad, y 107 mil yucatecos podrán votar por primera vez, según una nota del Diario de Yucatán, que asegura que el voto joven será clave en esta elección.

 Hay, además, otros actores que definirán esta campaña. Como los maestros, que formalmente están agrupados en el PANAL (que va en alianza con el PRI y el Verde), pero que fueron afectados por la reforma educativa impulsada por el presidente Enrique Peña Nieto y que Andrés Manuel López Obrador ha prometido echar para atrás.

Nueva Alianza es un partido político vinculado al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, que participó por primera vez en las elecciones de 2006, donde obtuvo 14 por ciento de los votos para la Cámara de Diputados; hoy, su representación es marginal, con menos de 4 por ciento de los votos en 2015, 12 diputaciones federales y poco más de 650 mil militantes

En Yucatán hay cerca de 22 mil 500 docentes, según las cifras del Sistema Educativo Estatal. Los resultados del primer examen de oposición derivado de la reforma de 2012 —los únicos disponibles— muestran que para el ciclo 2014-2015, apenas 4 de cada 10 maestros yucatecos lograron puntajes “aprobatorios”. Eso se tradujo en que, en ese año, solo 14 por ciento de los maestros que hicieron la prueba en Yucatán consiguió una plaza.

Ahora, cuenta un joven que proviene de una familia de docentes, “muchos maestros están haciendo campaña por López Obrador”.

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Yucatán es el estado más seguro del país. Con cero secuestros registrados y un promedio de 3.8 asesinatos por mes, pareciera ser, efectivamente, una nación separada de México, donde la violencia de la última década ha superado los peores pronósticos. El actual gobernador, Rolando Zapata, mantuvo los niveles de desempleo estables y, aunque la deuda pública del estado creció de 2 mil 425 millones a 3 mil 814 millones en el sexenio, los yucatecos tampoco están pasando las penurias económicas del resto del país. 

Paradójicamente, el tema del tercer debate presidencial, que se realizará este martes en Mérida, será la papa caliente para el próximo gobernador del estado.

Yucatán es blanco del boom de la energía limpia: entre 2012 y 2015, la Comisión Reguladora de Energía aprobó la instalación de seis parques eólicos y cinco parques fotovoltaicos solares en varios municipios. En 2016, se sumaron las autorizaciones del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) para construir más infraestructuras de este tipo a gran escala.

Hasta entonces, Yucatán se había mantenido lejos de los conflictos que hay en el resto del país por la instalación de megaproyectos de desarrollo que se imponen sin consultar a las comunidades. Incluso, a diferencia de lo que ocurrió en Campeche y Quintana Roo, el gobierno de Rolando Zapata emitió, en 2016, un decreto que prohibió la siembra de soya transgénica en la entidad, lo que le valió un pleito jurídico con la federación. La Presidencia argumentó que el Ejecutivo estatal no está facultado para prohibir esos cultivos, ya que la ley de Bioseguridad otorga esa facultad a la SAGARPA. El asunto llegó hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que actualmente tiene en sus manos un proceso vigente sobre esta controversia.

Pero esa tranquilidad se acabó. Ahora, los gobiernos federal y estatal abrieron la puerta para la ocupación de más de 8 mil 700 hectáreas del territorio yucateco a la instalación de megaproyectos, lo que ha generado una reacción en contra de académicos, estudiantes, representantes de organizaciones sociales, comunidades locales, pueblos mayas y defensores ambientales.

La capital yucateca se alista para el tercer debate presidencial, que se realizará este martes 12 de junio en el Gran Museo de la Cultura Maya. Los paseantes dominicales de la plaza central de Mérida se dividen entre espectáculos de teatro, el juego de pelota y la “innovadora” propaganda de Mauricio Sahuí.

El conflicto más reciente es el de Homún, donde los ejidatarios dueños de cenotes y centros ecoturísticos se enfrentan a la amenaza (esa sí, nada limpia) de la instalación de granjas porcícolas en una zona de reserva hídrica.

La defensa de los cenotes unió a ex alcaldes del PAN y del PRI de ese municipio maya, que en noviembre de 2017 realizó su propia consulta. Y, según cuentan los ejidatarios, el actual candidato del PRI a la gubernatura, Mauricio Sahuí, presionó a los precandidatos para que no apoyaran la consulta.

Esa, dicen, podría ser su condena. 


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