Pejefobia: clasismo electoral en 2018

Bienvenidos a México en 2018. En la elección del nuevo presidente hay propaganda negra, guerra sucia, amenazas, mentiras, desprecio. Nada nuevo. Excepto el nombre a este fenómeno: “Pejefobia”, un sentimiento irracional hacia Andrés Manuel López Obrador por la mezcla de clasismo, discriminación y miedo de sus opositores

Texto: Alberto Najar / Pie de Página

Fotografías: Misael Valtierra / Agencia Cuartoscuro

En el video aparece un anciano al volante de lo que parece ser un automóvil nuevo. A su lado una joven con mirada compasiva le pregunta:

“¿Qué quieres hacer, papá?”. El hombre responde: “Quiero manejar el auto”.

Suspiro de la chica. Se inclina al anciano con un gesto ahora de conmiseración. “Te hemos dicho mil veces que ya no puedes manejar, pero no nos haces caso”.

La escena es parte de un video que circula en redes sociales. A pocas horas de difusión desató cientos de críticas, sobre todo para quien al parecer  fue el primero en difundirlo: 

El senador con licencia Javier Lozano, uno de los voceros en la campaña del candidato de la coalición Todos por México, José Antonio Meade.

Muchos calificaron al spot como algo “deleznable”, “artero”, “ruin”, “bajo”, “ofensivo”, “vulgar”. Quizá por eso el polémico vocero –quien desde hace varios años carga con esas y otras descripciones- lo retiró de su cuenta en Twitter.

 

Más allá de la escaramuza política, lo cierto es que el video forma parte de la propaganda negra contra el puntero en las encuestas de la elección presidencial, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de la coalición Juntos Haremos Historia.

Pero es algo más. El spot forma parte de un fenómeno bautizado como “Pejefobia” o “Miedo al Peje”, nacido en la contienda de 2006 y que desde entonces acompaña con frecuencia las apariciones públicas del tabasqueño.

El investigador Hernán Gómez Barrera, del Instituto Mora, autor de la definición, dice que es “un sentimiento irracional de exaltado desprecio, antes que una postura política razonada”.

Se nota en muchos de los comentarios hacia el candidato izquierdista y sus seguidores, calificados como “chairos”.

“Una gran cantidad de argumentos y opiniones tienen una carga pasional muy fuerte”, explica. “Son cuestiones como que López Obrador es inculto, habla mal; se burlan de su acento sureño o que es alguien que no estudió en universidades extranjeras”.

Clasismo, pues. Y una buena dosis de discriminación, un rasgo del país pero que muchos mexicanos se niegan a aceptar. Aunque los números y estudios sociológicos digan lo contrario.

Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (Inegi), el 72% de los mexicanos reconoce que hay racismo en el país.

Y poco más de la mitad, el 55% dice que en México suele insultarse a las personas por el color de su piel. Estos elementos, se nota a diario, influyen en la elección presidencial de este 2018.

No es todo. Gómez Barrera cuenta su conversación con un empresario. “Dijo ‘no voy a votar por él (AMLO) porque es un naco, es un término con una carga racista y clasista”, recuerda.

“Es un caso que representa a muchos, dicen que es naco y una persona así no los representa. Es la creencia de mucha gente”.

En el caso de la política hay más que una sensación de desprecio y discriminación. El fondo es la creencia de que el ejercicio del poder no es para personas humildes, de clase media o que no formen parte de los clubes, universidades o exclusivos círculos sociales.

Gobernar en México, esconde la “Pejefobia”, es una tarea reservada a las élites.

AMLO durante un mitin. Fotografía Misael Valtierra / Agencia Cuartoscuro

Tragar sapos

Y es en el Olimpo mexicano donde es profundo el miedo al Peje.

Empresarios, corredores de bolsa, banqueros, hacendados, agricultores a gran escala y tras ellos intelectuales privilegiados y algunos comunicadores, creen realmente que su futuro se oscurece si López Obrador es presidente.

Se refleja en estudios y documentos financieros. El Grupo Citi Banamex publicó recientemente el informe Perspectiva y política electoral 2018 para “informar” a clientes, accionistas y asesores lo que piensan de la contienda presidencial.

Si López Obrador se convierte en presidente podría ocurrir un “shock económico inicial”, menos disciplina en las finanzas públicas y caería “el peso de las reformas estructurales” como la energética y de telecomunicaciones en las decisiones de política pública en el país.

¿En serio éste es el panorama que le espera a México? Algunos como Raymundo Tenorio Aguilar, director de la carrera de Economía del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) en Santa Fe, creen que sí.

Porque López Obrador estaría obligado a respetar su palabra, jura. “Tiene que cumplirle a su base electoral, por eso la probabilidad de que realice sus promesas es muy alta”, recuerda.

Uno de los temas donde hay más miedo es la oferta de cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México. El magnate Carlos Slim dice que parar el proyecto representaría “detener el crecimiento de México”.

No está claro cómo una obra cuyo valor representa un porcentaje mínimo del Producto Interno Bruto (PIB) mexicano puede cancelar el futuro del país.

Pero es claro que quienes invirtieron en el proyecto tienen miedo. O “Pejefobia”. 

No son todos. En el estudio “México: frente a 100 días de incertidumbre y potencial drama”, la calificadora Goldman Sachs analizó el momento que vive el país.

En él se dice que, aunque están nerviosos, los inversionistas no han “sobrerreaccionado” frente al candidato de la izquierda.

“Es decir, a pesar de la retórica que a menudo es poco amistosa para la inversión y el mercado, los mercados parecen inclinados en esta etapa a dar a una posible administración de López Obrador el beneficio de la duda”.

Muchos lo tienen claro. A diferencia de la contienda de 2006 -cuando nació lo que ahora se conoce como “Pejefobia”- prácticamente todos los espacios mediáticos se concentraron en atacar al izquierdista. 

Hoy es distinto. Las descalificaciones, campañas negras o videos como el que difundió el vocero de Meade, encuentran respuesta pronta en redes sociales.

Ejemplos. Días antes del primer debate de candidatos presidenciales, el 22 de abril, el diario Reforma publicó un sondeo entre estudiantes universitarios donde el 45% de ellos apoyaban a Ricardo Anaya, candidato de la coalición Por México al Frente.

En los noticieros de televisión y radio así como en algunos portales se destacó que era la primera medición donde López Obrador aparecía en segundo lugar con 21% de respaldo.

Algunos pronosticaron el declive de su popularidad. Pero otros cuestionaron la metodología del sondeo, que privilegió a estudiantes de universidades privadas con alto costo en su matrícula.

En pocas horas apareció la respuesta. Con la etiqueta #UniversitariosconAMLO cientos de estudiantes grabaron videos para apoyar al candidato de la izquierda.

El hashtag se convirtió en el más visto de Twitter y desplazó a quienes resaltaban el sondeo universitario.

Al día siguiente Reforma publicó su encuesta mensual. El resultado: López Obrador tenía el respaldo de 48% de los electores, 22 puntos más que Anaya.

Tras el debate la mayoría de los medios eligieron como ganador a Ricardo Anaya, de la coalición Por México al Frente. Y de nuevo en advirtieron que AMLO empezaba su camino a la derrota.

Pero no. Las mediciones posteriores al encuentro señalaron que el izquierdista no perdió puntos en las preferencias electorales. Y así desde entonces, una tras otra aunque los pejefóbicos no se cansan.

A principios de mayo en Twitter apareció la etiqueta #AMLOmanía, donde los tuiteros ofrecen regalos al día siguiente que López Obrador gane la elección.

La respuesta fue el video que propagó el vocero de Meade el viernes 18 de ese mes. No le fue bien. Pocos de sus aliados le siguieron el juego. 

Una frase escrita en el video subraya: “Si alguien ya no está en condiciones, quiérelo y respétalo”. 

En la misma noche que se difundió el video, el politólogo Gabriel Guerra publicó un tuit: “Esto me parece verdaderamente deplorable. Ofende en tantos aspectos que verdaderamente no sé por dónde empezar a enumerarlos”.

“Yo conozco a @JoseaMeadeK . Es mi amigo. Lo quiero y lo respeto”.

El sábado 19, tempranito, Lozano tragó sapos. “Una disculpa a quienes se sintieron ofendidos por el spot difundido”, publicó en Twitter. Y luego bloqueó a Gabriel Guerra. Y a otros.


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