Abajo del templete/ Semana 008

En México nacimos para celebrar, para entonar las mañanitas en el día de tu santo, para correr tras la pelota y agitar banderas de la selección nacional, y días después estar hasta la madre del gobierno y gritar consignas en los mítines de AMLO.

Nacimos para persignarnos mientras sostenemos con fervor una estampita de la Virgen de Guadalupe, para avanzar contra Palacio Nacional y prender fuego a las puertas de la patria, enloquecidos, mientras el ejército nos dispersa y corremos por la avenida furiosa, repleta de muchos de nosotros.

Nos gusta invadirnos con la fuerza de las multitudes, creer en leyendas vivas capaces de redimir el mundo en películas, de sostener la batalla hasta el final, contra las momias, pase lo que pase; de esperanzarnos siempre en cada copa del mundo, llegar a octavos y quedar fuera, y después celebrar enloquecidos los goles brasileños en la final del torneo de futbol más importante del mundo.

Ante eso, la pejemanía nada puede hacer.

Porque en México nacimos para festejar a la muerte, para inventar palabras, trabalenguas y partidos políticos, para cantar con alegría canciones tristes, para invitar los mezcales y decir ¡salud! con desconocidos.

Y porque ya estamos hartos de una campaña electoral larga, desgastante para muchos, y un trámite legal y burocrático para otros.

Por eso y porque este primero de julio, las muchas y muchos que #abajodeltemplete saldremos a votar históricamente en casillas que nos quedaran pequeñas, a nosotres, que somos el grandioso, complejo y fascinante, pueblo de México.