Desde abajo del templete/Semana 9

Decenas de taxis desaparecen por las avenidas agitando banderas partidistas. Debajo de los semáforos se extienden, como marabunta, brigadistas ataviados con los colores de sus partidos. La misión es “cada auto que se detenga se va con su microperforado, con su calca”.

 

¿Qué haremos con toda la publicidad electoral? Kilómetros y kilómetros de lona blanca impresa con los rostros de los contendientes y logotipos de cada partido. Millones de playeras, de gorras, de banderas y paraguas.

 

¿Qué haremos con todos los minutos escuchando spots de campaña? Altos decibeles que irrumpieron la calma de las comunidades marginadas, que arremetieron contra el canto de pájaros y sombras de palomas en las plazas y los parques de ciudades y pueblos.   

 

“Es un honor estar con Obrador”, consigna ganadora, repetida millones y millones de veces, también fue copiada, plagiada, apropiada y expropiada, por docenas de candidatos morenistas. Así como muchas de las propuestas y bastante del peje discurso.   

 

Lo que hace seis años se hubiera pensado como una tercera derrota, terminó siendo una gigantesca sacudida electoral que aún no acaba de suceder.

 

El pueblo salió a votar. La suma de todas las pequeñas fuerzas, depositadas en las urnas, confirmaron lo que ya se sabía.

 

Esa noche, en algunas partes del México desconocido, los mismos electores defendimos nuestros votos. Armados con nuestras palabras, con palos, machetes, cuidamos las casillas mientras los funcionarios electorales contaban los votos.

 

Durante toda la campaña hubo guerra sucia. Mintieron, robaron, lavaron, asesinaron. El mero día se robaron urnas, coaccionaron, compraron, hicieron fraude. Pero éramos demasiados. Millones de mexicanos que recuperamos la esperanza al ver que nuestro voto sirvió para ganar.

 

El poder del sufragio se confirmó, y ya nada nos podrá quitar la sensación del triunfo colectivo ni el aroma del cambio, ni todas las lágrimas alegres que asomaron hasta el llanto, y que no sólo sirvieron para festejar, sino que liberaron sensaciones contenidas por todas y todos, en memoria de nuestras muertas, desaparecidos, presos políticos.

 

Porque donde unos miran hueso, trabajo, recompensa, hay otros cuyo sueño es inmenso, gigante, del tamaño de la patria, y hablan de autonomía de los pueblos, Acuerdos de San Andrés, Ayotzinapa, Ciudad Juárez...

 

¿Hasta dónde nos alcanzará nuestro voto?