Detrás del muro del Nuevo Aeropuerto: la historia que nadie ve

La larga barda que resguarda el Nuevo Aeropuerto Internacional de México ejemplifica los contrastes de este proyecto. Mientras que los candidatos presidenciales reducen el tema a los contratos para construir la magna obra, al otro lado del muro las comunidades enfrentan problemas ambientales, el sepulcro de sus tradiciones, la ruptura comunitaria que les mantiene vivos. Y es apenas el inicio

Texto: Al-Dabi Olvera

Fotos: Al-Dabi Olvera y Mónica González

TEXCOCO, ESTADO DE MÉXICO.- Detrás de la barda, góndolas, torres y vehículos militares bullen sobre la gran cama de tezontle rojo e incipientes construcciones impuestas sobre la mitad del vaso del Lago de Texcoco. Aquí se construye el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), dicen los anuncios. Arriba, una mancha de contaminación corona el horizonte de lo que fue llamada la región más transparente del aire.

De este lado de la barda corren todavía los vientos. Mosquitos compiten en laboriosidad con ingenieros y conductores de camiones. El suelo es todavía verde y gris. Caminar aquí es como hacerlo sobre una esponja jabonosa. Trincheras de nopales brotan en distintos puntos. Cuando comience a llover, porque el agua ha tardado en regresar a su cauce en el calor inusitado de estos meses, los terrenos de lo que los lugareños llamaban la Tabla de San Miguel reclamarán su vocación lacustre.

César del Valle describe este contraste. Joven estudiante de creación literaria y preso durante el operativo ordenado por Enrique Peña Nieto contra su pueblo, San Salvador Atenco, en 2006, ahora se dedica a cultivar la tierra. Va y viene hasta tres veces al día desde la cabecera municipal hasta los terrenos que colindan con la barda perimetral detrás de la cual se construye el NAIM.

“Se me hace increíble que puedan llegar a rellenar esta zona que fue el lago. En buena parte de subsuelo hay agua”, dice César del Valle.  “Lo que van a hacer es como tapar los poros de la tierra”.

Encima del cerro de Huatepec, desde la Silla de Nezahualcóyotl, una piedra que asemeja una mirador desde donde se podía apreciar todo el Vaso del Lago de Texcoco, el joven atenquense mira la construcción de NAIM: “Imagino que desde aquí veían todo el esplendor de lo que fue el lago”.

Una mirada más lejana, hacia los cuarteles de campaña de los candidatos presidenciales, es suficiente para aterrizar de bruces con la realidad.

Para los personajes que pretenden gobernar México el tema del nuevo aeropuerto se reduce a los contratos asignados, los recursos comprometidos, la mala imagen en los mercados financieros si llega a cancelarse.

Una discusión de élites que se libra en el terreno protegido por el largo muro. El que excluye a los damnificados de la construcción pública más polémica y costosa en casi medio siglo.

Afuera del muro la historia es otra. Desde el 2001, la tranquilidad de las poblaciones lacustres y campesinas se vio alterada por más de una decena de decretos expropiatorios lanzado por el entonces presidente Vicente Fox.

El Gobierno federal ofrecía a los campesinos 7 pesos con 20 centavos el metro cuadrado como compensación. Los campesinos crearon el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) y tumbaron los decretos expropiatorios en nueve meses. Sin embargo, César del Valle recuerda que la disputa por la tierra y los humedales que quedaron después de siglos de desecación de la laguna han existido siempre. Haciendas, militares, dependencias del gobierno federal han intentado ingresar por décadas a este lugar para disputar a los pueblos asentados el uso del agua. 

“Esa disputa continúa aunque ya está la barda perimetral”, recuerda el joven campesino.

Entre los dos cerros que todavía pertenecen a los pueblos existen los restos de una calzada prehispánica. Pequeños tepalcates rotos, cerros con piedras grabadas con glifos detonan los recuerdos de César. “Caminar por aquí te remonta al pasado: antes, hace tres, cuatro años, la enorme continuidad del terreno permitía la formación de pequeñas lagunas.  En la antigüedad hubo chinampas, embarcaderos, acueductos”.

Hasta hace apenas dos años, el cuerpo del lago proveía de bienes alimentarios, trabajo y sentido de pertenencia. Hoy, la tierra está dividida: algunas milpas quedaron detrás de la barda, recuerda.

Enfrente donde está la laguna de Xalapango que generaba un micro clima, colocarán andenes. Los pobladores de los ejidos de Nexquipayac e Ixtapa se dedicaban a recolectar acociles, axolotes, tequesquite, ahuahutle, alga espirulina: cosechaban el agua.

“¿Ahora de qué van a vivir?”, acusa César del Valle.

Barda perimetral del Nuevo Aeropuerto. César del Valle, campesino y habitante de Atenco. Fotografía: Al-Dabi Olvera

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De acuerdo con la cédula de avance de obra del 20 de septiembre de 2017, la barda perimetral del NAICM se compone de un murete prefabricado y módulos de seguridad a base de rejilla metálica MCA Irving. Tiene un total de 31 km en los que las empresas instalaron 1,431 luminarias de certificación LEED.

La Secretaría de la Defensa Nacional la construyó realizando un “despalme del terreno natural”. Un reportaje del portal Aristegui Noticias, posterior a esta cédula y obtenido a partir de la página de transparencia de Sedena, constata que la barda tenía originalmente un costo de mil 547 millones de pesos. Después de cuatro convenios que la modificaron el muro llegó a costar 2 mil 930 millones de pesos, es decir, se encareció  89%  e incluyó el uso de dos empresas fantasma.

Este es sólo la obra que rodea el megaproyecto. La organización de investigación corporativa PODER publicó el micrositio Torre de control donde expone los 292 contratos realizados por diversas instancias del Gobierno Federal, especialmente el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México que ha obtenido 186 mil millones de pesos para la construcción de la obra.

De acuerdo con la investigación, la “omnipresencia” de compañías vinculadas al multimillonario Carlos Slim es notoria. Empresas y personas ligadas al magnate que hasta la fecha defiende el proyecto, tienen el contrato para construir el edificio terminal (84,828 millones de pesos), la pista 3 (7,359 millones de pesos), el financiamiento, el control de las telecomunicaciones y hasta el diseño del aeropuerto. 

Según César del Valle la realidad de los pueblos que viven más allá de la nueva frontera citadina dista mucho de las promesas de empleo y bienestar que adornaron “el mayor proyecto de infraestructura de los últimos años en nuestro país, e incluso uno de los más grandes del mundo”.

Así lo presentó el presidente Enrique Peña Nieto en su informe de gobierno de 2014. El pasado 16 de abril, durante una inusitada conferencia de prensa, Slim dejó claro la intención para las poblaciones ubicadas a la orilla del viejo lago: “Este nuevo aeropuerto permitirá transformar a todos los habitantes de esta zona”.

No es así, responde Del Valle. “Ese futuro de bienestar común, para los pobres siempre ha sido una mentira, una ilusión. Para los ricos va a funcionar ese modelo, para nosotros no sirve, a nosotros nos sirven nuestras costumbres, tradiciones, forma de vida”.

Y es que la misma barda que divide el territorio es hoy una metáfora de del conflicto que causaron a las comunidades. 

“Si fuera con la policía, te dabas hasta con gusto. Pero lo que más duele es la división en la propia familia. Han capacitado a familias para hacer ese trabajo de convencimiento y van como los candidatos ahora: tocando puerta por puerta.”

Construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México. Fotografía Mónica González

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En la cabecera de Atenco abundan las mantas de Morena. Le siguen las del PRI, cuyo candidato, José Alejandro Santiago López, ha sido director de gobernación municipal, comisariado ejidal. César del Valle lo denuncia como “delator en el 2006: señaló las casas de quienes participaron por la defensa de la tierra”.

La división sobre el tema aeroportuario llegó a los candidatos de la República durante los dos primeros meses de la contienda electoral. Andrés Manuel López Obrador dijo en su primer mitin, realizado en Ciudad Juárez, que cancelaría el aeropuerto; sus adversarios José Antonio Meade y Ricardo Anaya han declarado lo contrario con argumentos como inversiones perdidas y comprometer “el desarrollo” de la región.

Como respuesta, abogados, científicos y habitantes de los pueblos realizaron el foro “Un nuevo aeropuerto internacional sobre el ex-lago de Texcoco” el pasado 14 de mayo en Casa Lamm.

Itzam Pineda, académico de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, encargado de realizar el peritaje antropológico que respalda el amparo promovido por Atenco, explicó que la construcción del megaproyecto es parte de un “proceso de colonización antiguo” cuya intención es la desecación del lago.

“No son 17 años, son cinco siglo de un modelo civilizatorio destructor de la vida que lucha contra el agua y nunca ha sabido convivir con ella”.

Pineda mencionó que en un proceso electoral que debería llamar a la democracia los habitantes de estos pueblos están “condenados a segundo plano.”

La unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad realizó desde el 2015 un análisis de la Manifestación de Impacto Ambiental del NAICM y contestó que el proyecto debió ser rechazado por diversos motivos:

La siembra de más de 200 mil especies exóticas de flora ajenas al lugar, la ausencia de un Estudio de Riesgo Ambiental sobre el hundimiento ante posibles fenómenos meteorológicos, la poca claridad sobre la supuesta creación de cuerpos de agua, la omisión de información sobre el proyecto urbano de la Aerotrópolis.

De acuerdo con la Manifestación de Impacto Ambiental lanzada por el Gobierno federal se promoverá el desarrollo de una “ciudad aeroportuaria en la zona precedida por la terminal de pasajeros en la carretera de acceso al aeropuerto, que dará cabida a instalaciones comerciales relacionadas con el aeropuerto, incluyendo hoteles, centros de convenciones, edificios de oficinas y desarrollos comerciales.”

Construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, que tiene una inversión del NACM o de la Ciudad de México que anunció el Presidente comenzará a construirse en octubre y llegará a su máxima capacidad en 2065. Fotografía: Mónica González

El proyecto preveía ya la construcción de desniveles para conectar con las autopistas Peñón-Texcoco, el Circuito Exterior Mexiquense, la construcción de un Tren Expreso, un proyecto de Metro para conectar con las líneas 1, 5 y 9, de Metrobús y Mexibús.

También dice expresamente su ubicación en 4,431 hectáreas de los muncipios de Texcoco y Atenco. En ningún momento habla de los efectos regionales ni el impacto de las obras adyacentes.

Al foro de Casa Lamm acudió Javier Jiménez Espriú, el Secretario de Transportes propuesto por Andrés Manuel López Obrador de llegar llega a la presidencia. Y dijo: “No sólo se tratará de ver si los contratos fueron bien o mal dados o si hubo corrupción, sino también su impacto sobre todos nosotros.”

Al final del foro, los campesinos entregaron una carta dirigida a López Obrador que explica: “El fondo del conflicto es el lugar que han invadido para tratar de imponer un gran negocio, sin importar los agravios y los daños a los pueblos, y sin importar la catástrofe ambiental y social que su ambición está provocando”.

El FPDT no apoya abiertamente a ningún candidato, sin embargo, exigió a López Obrador: “Defínase”. De hecho, en 2006, los campesinos de la región participaron en la Otra Campaña convocada como opción alternativa a los comicios presidenciales del 2006.

El subcomandante Marcos encabezó un mitin multitudinario en la plaza de pueblo pocos días antes del operativo que dejó más de 100 detenidos y casos de tortura sexual cuyas denunciantes han llevado hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Mientras los campesinos permanecieron en la cárcel, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) lanzó el Programa Ecológico del Lago de Texcoco con la excusa de conformar un polígono de suelos para el rescate del lago. El entonces titular de la dependencia, José Luis Luege Tamargo, admitió que la dependencia adquirió 1,700 hectáreas de campesinos.

Las hectáreas compradas en aquel entonces, acusa César del Valle, fueron después donadas por la Conagua al Gobierno federal. Las antiguas parcelas son hoy parte del NAIM.

La llegada a la presidencia de Enrique Peña Nieto en 2012 y la pérdida del comisariado ejidal a manos del PRI en 2014 en Atenco aceleró el proceso de cambio de uso de suelo de casi 2 mil hectáreas de uso común.

Sandino Rivero, abogado del Frente, acusa que las asambleas para este cambio de suelo fueron ilegales y el comisariado compró a ejidatarios para lograrlo. Actualmente los campesinos lograron la reposición del procedimiento del amparo 14/2015 que se encuentra en el noveno juzgado de Distrito con sede en Ciudad Nezahualcóyotl.

Un tribunal colegiado ordenó reponer el procedimiento ya que hay pruebas periciales sobre los efectos ambientales que hay que desahogar.

“No alcanzan las palabras para nombrar el malestar que nos genera, es algo indescriptible, muy grande, dimensiones extraordinarias para mal”, cuenta Octavio Jiménez, abogado y habitante del pueblo de Tezoyuca, ubicado a siete kilómetros de Atenco, y afectado también por el NAIM. 

Vista de la exploración del cerro de Chiconautla desde Tezoyuca. Fotografía: Al-Dabi Olvera

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El proyecto aeroportuario necesita de 64 millones de metros cúbicos de tezontle y 30 millones de basalto. Estos datos no se incluyen en la Manifestación de Impacto Ambiental. Algunos diarios como Reforma (julio del 2017) y La Jornada (marzo del 2018) advierten que existen por lo menos 150 minas en al menos 10 municipios que operan para la extracción de material.

Sin embargo, el FPDT tiene un cálculo de al menos 20 pueblos afectados por la cantidad de representantes que han acudido a ellos para unirse a su lucha:

San Martín de las Pirámides, San Lorenzo Tlalmililolpan, San Lucas y San Miguel Xometla, San Pedro Tepetitlán, Chipiltepec, Pilares, San Francisco Zacango, Tezoyuca, Tlalmanalco, Amecameca, Tenango del Aire, Temamatla, Cocotitlán, Chalco, Ixtapaluca, Tepetlaustoc, Temascalapa, Axapusco, Otumba, Temamatla, Acolman y Nopaltepec. 

Otro de esos pueblos es Tezoyuca. Jiménez calcula que, a diario, su pueblo ve pasar 300 góndolas cargadas de material de una mina de 30 hectáreas.  La mina es invisible desde las calles de la comunidad, pero sus efectos son palpables: ruido, polvo, gente que teme pasar por la avenida principal debido a la velocidad de los carros, enfermedades de los ojos.

Solamente a través de una barda, subido en una escalera, es posible mirar el devastado terreno rojo de la mina.

“¿Quieren asomarse desde aquí adentro?”, pregunta en la casa llena de polvo de un vecino, cuyo nombre se omite. Desde su ventana se aprecia la operación de la mina. “Hubo una época en la que los camiones trabajaban hasta la media noche”, explica.

Más arriba, desde el cerro de Tezoyuca, es visible buena parte de la destrucción provocada por el NAIM. Tolvaneras más altas que los cerros se levantan en tres minas ubicadas en diversos municipios. Desde aquí se mira el Cerro Gordo, el más alto del Estado de México, amenazado por la extracción de materiales pétreos.

También se miran claramente la Sierra del Patlachique y las minas de basalto, piedra que recubrirá el tezontle. Jiménez muestra el cerro de Chiconautla, el cual ya sufre de extracción pétrea y cuya punta podría ser rebanada para el aterrizaje de los aviones de la pista tres.

Por la parte trasera del cerro se alcanza a ver Tlaminca. En este poblado texcocano y en las comunidades de Tequesquinahuac y San Luis Huexotla fueron vertidos 4 millones de metros cúbicos de lodos que contienen boro, cloro, sodio y carbonatos extraídos del fondo de la laguna. Para depositar tal cantidad de material son necesarias al menos 200 hectáreas, relata Jiménez.

“En los cuatro puntos cardinales está la destrucción. Esa polvadera es diario, los 365 días del año.”

Para César del Valle, los pueblos de la región sirven como un muro ante la contaminación, sobrepoblación y crecimiento urbano. “Esos espacios son vitales para la ciudad de México, porque somos lo que rodea la parte oriente y puede ayudar a mitigar de forma natural los problemas de contaminación y sin generar gasto de energía. Lo que va a suceder es que esa mancha grisácea va a caminar hacia los pueblos”.

Del Valle usa su navaja como pala en una enorme charca formada abajo del bordo que protege la barda perimetral.

“¡Esto era lago!” dice mientras ofrece la mezcla: chiclosa, fría a pesar del calor.

“La pelea más fuerte por la defensa de esta área va a ser la lucha natural del ecosistema. A pesar de que dominan a la naturaleza con toneladas de cascajo, la naturaleza va a tener la necesidad de volver a sus orígenes”.

El calor arrecia; la nata de contaminación permanece en el cielo. Del Valle se para frente a los límites de la expansión urbana sobre el vaso del lago; antes la ciudad estaba a 19 kilómetros, ahora está a 30 metros.

“Antes decíamos: hasta allá está la ciudad, ahora ya no, sentimos el acoso de la ciudad. Si esto sigue avanzando la ciudad será de Texcoco a Observatorio. Ya no vamos a ser pueblos. Vamos a ser el patio trasero de un proyecto, que es este”.

Y señala la barda.

Cerro del municipio de Tezoyuca con el abogado local Octavio Jiménez. Fotografía: Aldabi-Olvera

 


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